El precio del silencio

Anoche, aprovechando que tengo la casa para mi sola por unos días organicé una reunión de amigos. Eramos 8... los únicos que nos seguimos viendo siempre desde que terminamos la secundaria, cuando éramos 35.
Pedimos unas riquísimas pizzas y unas cervezas y nos pusimos a charlar.
Típica reunión tranqui de amigos que hacía un par de meses que no se reunían.

Unas horas antes, yo había ido a la casa de uno de ellos (Pato) a buscar unas cositas. Entre ellas unos cds y la guitarra de mi amigo porque a la noche quería tocar y no tenía como llevarla.

La cosa es que esa tarde la madre de él había organizado en su casa una reunión de esas donde se juntan varias amas de casa y compran ollas Essen.
Cuando llegamos ya había comenzado la reunión con unas cuantas señoras pacatas reunidas en el living.
Una de ellas, la mejor amiga de su madre que vive a una cuadra y madre de una chica que a él le encanta desde hace varios años pero nunca intentó nada porque es la hija de la amiga de la madre y no quiere que si se va todo al diablo quede una relación de porquería y tener que seguir viéndola siempre. Algo muy común.

Saludamos a una por una de las señoras mientras respondía "NO!" a la pregunta de si yo era la novia de mi amigo. Parece que las señoras que superan los 60 años no pueden ver juntas a dos personas del sexo opuesto sin preguntar eso.
La madre de mi amigo, que es una divina, nos dijo que no quedáramos porque iban a hacer una torta y que se yo...
Típico de reunión de ollas donde la vendedora muestra sus habilidades como repostera o cocinera y además hace alarde de lo buenas que son esas ollas para la cocina y para la vida de las amas de casa. Casi como que si una quiere ser la mujer más feliz del mundo debe comprar al menos una de esas ollas. Sino, no tiene chance.

Le dijimos que no podíamos quedarnos porque estábamos apurados y nos fuimos a su cuarto a buscar las cosas. Cuando estábamos ahí mi amigo me dice que la señora rubia de rulitos era la madre de Eugenia, la chica que le quita el sueño.
Es típico de mi amigo el no ser para nada diplomático al hablar conmigo ni con los demás miembros del "grupo de los 8" si es que no hay nadie que no sea de tanta confianza. Porque nos conocemos desde que éramos niños y somos casi como hermanos. Una linda amistad.
La cosa es que se produjo el siguiente diálogo:

Pato: La vieja de rulitos es la madre de Eugenia.
Yo: La que está sentada al lado de tu mamá o la gorda?
P: La gorda... es fea la vieja pero no sabes lo que es la hija.
Y: No es la que estaba en el cumpleaños de Adrián (el hermano de Pato)?
P: Ah, cierto! Vos la conoces. Viste que linda que es?
Y: Si, es linda. No se parece a la madre jajaja
P: No, la vieja está para atrás.
Y: Y bueno... los años no vienen solos.
P: Y tiene unas gomas...
Y: La vieja? jajaja
P: No Eugenia! jajajaja. Son dos cabezas de enano.
Y: Jajajajaja
P: Y el traste... no sabes lo que es el traste... decí que es la hija de la amiga de mi vieja que sino la parto en 45 pedazos.
Y: Shhhhhhh! Esta acá al lado! Te va a escuchar!
P: Encima a ella la tiene como a "el ejemplo de la familia, y es flor de yegua...".

Como verán es muy diplomático mi amigo.

La cosa es que mientras hablábamos, Pato escucha unos ruidos del teclado de la computadora que tiene en una habitación chiquita que está al lado de la suya y dice "debe ser ese gato de mier... que se sube a la computadora" y cuando va a sacar al supuesto gato de arriba del teclado se encuentra con que no había ningún gato sino un niño de unos 7 años jugando. El sobrino de Eugenia, o sea, el hijo de la hermana de Eugenia..., el nieto de la amiga de su madre, y el niño que había escuchado toda la conversación.
¿Acerca de quién? De Eugenia!

Entonces Pato dice: "Hola Nahuel!" con cara de "esto no puede ser verdad".
Yo no sabía quien era Nahuel, entonces voy y Pato me dice, el es Nahuel, el sobrino de Eugenia. Yo no sabía si sentir lástima por mi amigo o reírme a carcajadas... así que opté por taparme la boca y arquear las cejas (lo cual debe haber sido de mucha ayuda para mi amigo seguramente :P).
Mi amigo me miró como pidiendo ayuda de verdad. Y yo quería ayudarlo en esa situación pero no sabia como.
Así que lo primero que se me ocurrió hacer fue hablarle al niño para tratar de ganar su simpatía, no se con que objetivo, pero fue lo único que se me ocurrió. Y le dije "Hey! Qué hacías!?" mirando sonriente el monitor como para que me cuente a que estaba jugando o algo que nos saque de esa situación. Y el niño, con una sonrisa casi diabólica, me dijo "Escuchándolos a ustedes".

Automáticamente miré a mi avergonzado amigo con cara de "hice lo que pude" y Pato le dijo rápidamente "Hablábamos de una amiga mía" y Nahuel (vivo como todo niño criado entre primos y tíos más grandes) le dijo cantando en un tono burló (con música del famoso "Lero, lero"): "Jajaaaaaaaaaaaa te gustan las gomas de mi tía!" "Le voy a contar!" "Le voy a contar!".

A lo que Pato le respondió con un "Nooo!!" que hizo que su madre fuese a ver lo que pasaba y le tuvo que decir que estábamos jugando.

Al final después de tratar en vano de hacerle entender que no hablábamos de su tía, a Pato se le terminó la paciencia y se dejó sobornar por un niño que tiene 21 años menos que él.

Post Data: En la vida todo tiene un precio, y el silencio de Nahuel vale 2 juegos de PC :P