Ayer, día feriado, se me ocurrió ir a visitar a mis ex compañeras de la cruz roja al hospital
Las chicas estudiaban conmigo instrumentación quirúrgica, y yo tuve que dejar cuando ya había aprobado todas las teóricas y me faltaban solo unos meses de práctica para terminar, por problemas personales y porque no pude organizar los horarios de la cruz con los de la facultad y como no quería perder un año de la facu, tuve que dejar algo que me gustaba, y me sigue gustando mucho.
La cosa es que ayer como sabía que el hospital iba a estar más tranquilo por ser feriado (aunque ya sabemos como son las guardias de los hospitales... a veces la tranquilidad dura poco) decidí ir a visitar a mis amigas que estaban de guardia (algunas ya recibidas y otras recursando) y a algunas profesoras, sobre todo a la que más nos enseñó.
Muy pocas veces se tiene la suerte de cruzarse con ese tipo de gente en el camino. Esas personas que además de enseñarte acerca de las materias que estudias te enseñan de la vida en general: La profesora Cecilia.
Recuerdo el 1er día de clases hace 2 años y medio cuando entró enojada con un alumno que tenía que se había mandado una bien grande y apenas nos vio nos dijo "La que yo vea con un celular dentro del quirófano no se va a recibir nunca mientras yo viva".
Esa fue su bienvenida, y con mis compañeras, en ese entonces unas desconocidas, nos miramos con cara de "Esto va a ser complicado".
Con ella teníamos las prácticas y en las clases siguientes siguió muy seria, aunque no estaba enojada, pero siempre parecía estarlo, y no nos daba ni medio centímetro de confianza, cosa que otras profesoras sí hacían, y hasta eran divertidas y graciosas. Con ella no nos reíamos nunca. Todo lo contrario. Y no es que le tuviésemos miedo (bueno, algunas sí) pero nos inspiraba respeto.
Sabía muchísimo y como sabía, exigía.
Nunca habíamos pisado los quirófanos del hospital y solo practicábamos en un "quirófano ficticio" que había donde cursábamos.
Así pasó el primer año. Entre mucha práctica, pocas risas y algunos retos. Como cuando nos dijo "En diciembre hay un congreso de instrumentadoras en el Sheraton. Ni sueñen que les voy a firmar la autorización si no aprueba esta materia y anatomía".
Siempre nos recalcaba que teníamos que saber mucho de anatomía. La frase "Estudien anatomía" encabezaba el ranking. Y después le seguían las que tenían que ver con su materia.
Hasta que en diciembre (el último día de clases cuando pensábamos que empezábamos nuestras vacaciones), vino casi irreconocible y nos dijo "A las que no promocionaron las veo en el final y a las demás las quiero en 5 minutos en la puerta con ambo y guantes, barbijo y cofia en la cartera". Y se fue del aula.
Nos quedamos todas mirando re sorprendidas porque pensábamos que ese día, como ya habíamos aprobado, solo nos iba a firmar la planilla con las notas como lo habían hecho las otras profesoras y nos íbamos a ir a casa a disfrutar de las vacaciones.
Pero no, antes de los 5 minutos ya estábamos todas en la vereda y salió la profesora y nos dijo "Vamos al hospital".
Entre sorprendidas, contentas y temerosas fuimos todas detrás de ella que iba muy seria y nos subimos al colectivo que en 10 minutos nos dejaba en la puerta del hospital.
Cuando estábamos todas sentadas (éramos unas 10 porque habíamos empezado más de 30 y varias habían quedado en el camino) nos empezó a hacer preguntas sobre instrumental y anatomía.
La gente que iba en el colectivo por supuesto no entendía nada y hasta a algunos les causaba gracia. Porque se daba cuenta que nos estaba bombardenado mal. No era para menos.
Después de 10 minutos de preguntas sobre músculos, huesos, paquetes vásculo nerviosos, circulación del líquido cefalorraquideo, pinzas de disección, pinzas hemostáticas, separadores, tijeras, suturas, y demás llegamos al hospital.
Nos reunió a todas en la puerta y nos hizo entrar por la guardia. Tipo trencito, todas íbamos mudas y alguna que otra temblando, muy gracioso ver nuestras caras jajaja. Hasta que nos llevó al lugar donde se cambian las instrumentadoras y nos hizo poner el barbijo y la cofia y nos dijo lo que todas queríamos escuchar (algo así): "Estoy orgullosa de ustedes (increíble!). Yo no traigo al hospital a nadie que no se lo merezca. Si están acá es porque saben. Solamente ustedes saben todo lo que estudiaron para aprobar y llegar acá, y como saben eso también saben que aún así les falta aprender mucho, pero eso no lo aprende nadie que no entre a un hospital y ustedes ya entraron, así que desde hoy tienen las puertas abiertas para venir a practicar cuando quieran. Ya se que hoy empiezan las vacaciones pero para no quedarse atrás hay que practicar siempre. No pretendo que vengan todos los días y se queden 6 horas pero al menos un par de horas a la semana. Ya que tienen la suerte de que ahora casi no va a haber alumnos y las profesoras y yo vamos a estar siempre acá y nos van a poder preguntar. No todo el mundo tiene esta posibilidad. Aprovechenla. Por ahí ahora no lo valoran pero en el futuro se van a dar cuenta de porqué se los digo y de las cosas en las que ahora titubean y van a aprender a manejar con la práctica. Nadie nació sabiendo y nadie que este acá es un super dotado. Todas aprendimos con práctica y ustedes también lo van a hacer.
Ah... me olvidaba, mañana pasen por la sede de la cruz roja a buscar sus autorizaciones para el congreso de instrumentación. Se lo ganaron."
Cuando escuchábamos sus palabras nos parecía raro que esas frases estén saliendo de la misma boca que varias veces había tirado frases como:
- Eso esta muy mal.
- Pésimo! Sentate, yo quiero gente que sepa lo que está haciendo.
- Sabías que con eso podes infectar a alguien?
- Alguien puede morir por eso.
- Por menos que eso te echan de un quirófano.
- La que no sabe anatomía es una ignorante y yo no quiero ignorantes en mis quirófanos.
- No quiero pasa pinzas. Quiero instrumentadoras que sepan lo que hacen. Pasar pinzas lo hace cualquiera, seguir una cirugía no. Para eso hay que saber de anatomía.
Y cosas así, que si pretendían formarnos el carácter lo habían logrado.
Después de la cuasi "charla técnica" de la cual nos reímos siempre que la vemos y nos carga cuando se acuerda de nuestras caras de susto, nos separó en dos grupos y nos mandó a los quirófanos.
Pero no a alguna pequeña cirugía programada sino a los quirófanos de guardia, donde todos corren, donde todos gritan, donde putean, donde hacen todo casi a la velocidad de la luz y donde hay alguien que puede morir si no se hacen las cosas bien y rápido.
Porque según ella, cosa que después comprobamos, si alguien podía estar en la guardia, podía hacer una de las cosas más complicadas.
Terminamos ese 1er día con unos terribles nudos y estresadas pero contentas.
Todas las semanas de vacaciones estuvimos yendo un par de horas a practicar y a veces hasta nos quedábamos más tiempo. Nos volvimos re adictas al quirófano. Tanto que un par de sábados en vez de ir a bailar o salir nos quedábamos en la guardia haciéndole compañia a los cirujanos y cirujanas copados que nos enseñaban un montón de cosas.
Los fines de semana la noche es cuando la guardia del hospital está mas a full que nunca y donde más cosas se ven y más cosas podes aprender. Vimos muchas cirugías y aprendimos un montón, entre todas las cosas aprendí a suturar por ejemplo, que no es algo que debe hacer una instrumentadora pero si encontras un cirujano copado que te enseñe es algo que todos deberían saber, por cualquier cosa. Mientras más se aprenda, mejor.
Y sobre todo aprendimos a conocer a Cecilia más como persona. Cosa que resumió con la frase "Si yo no me hacía respetar y les mostraba como soy realmente el 1er día de clases ustedes no me iban a respetar tanto y no se hubiesen tomado la materia tan seriamente".
Igualmente nos dimos cuenta de eso en las semanas siguientes cuando en el hospital nos preguntaban de quien éramos alumnas y cuando pronunciábamos su nombre siempre nos tiraba frases como "Cecilia sabe mucho", "No pudieron tener mejor profesora", "Cecilia se hace la mala pero es divina", "A Cecilia la queremos mucho" etc, etc, etc.
Cuando empezamos el 2do año ya teníamos muchas más horas de práctica y ya habíamos pasado muchas veces por quirófano y cuando entro de nuevo la profesora por la puerta para dar la segunda parte de su materia era casi otra persona.
Ya nos tenía confianza y estaba contenta porque no habíamos dejado de practicar en las vacaciones.
Y ese año fue más pesado que el anterior. Si bien teníamos menos materias teóricas teníamos muchísima más práctica y cirugías cada vez mas complicadas. Y un par de meses después de empezadas las clases tuvimos que elegir entre planta y guardia.
Para los que no saben, planta le llaman a las cirugías programadas y guardia a la guardia (obvio) del hospital. La diferencia es que una cirugía programada, si bien es igual de riesgosa, es más tranquila. El ambiente de esos quirófanos es más tranquilo siempre y cuando no haya ninguna complicación. Y en la guardia es todo lo contrario, ahí nunca se está tranquilo y la adrenalina corre a full. Y estás todo el tiempo con la incertidumbre que no tenés en otras áreas del hospital. La incertidumbre de no saber si el próximo paciente es alguien que estaba trabajando y se cortó un dedo o alguien que iba caminando y lo atropelló un camión.
Por algo nos hicieron elegir. Hay gente que adora la guardia, por la exigencia, por la adrenalina, y porque le gusta. Y hay gente que prefiere algo más tranquilo. Lo cual no quiere decir que sepa menos o que tenga miedo, solo que depende las personalidades unas se manejan mejor en ciertas áreas que en otras.
A tres chicas y a mí no nos dejaron elegir. Cecilia no nos dejó elegir y nos mandó directo a la guardia.
Mi primer cirugía instrumentando de verdad (ya que hasta ese momento solo las había presenciado o había asistido a las instrumentadoras) fue un politraumatizado. Un chico de unos 25 años que había sido atropellado por un auto cuando iba a trabajar en bicicleta y tenía varios golpes, uno bien grande en la cabeza y un par de fracturas. Era un chico que estaba muy mal.
Así que tuve que preparar todo rápido cuando la profesora nos avisó a otra chica y a mí que venía en la ambulancia. Siempre se instrumenta de a dos, una que instrumenta y otra que asiste a la que instrumenta. Y aunque estábamos super nerviosas tratamos de hacer todo lo mejor posible. Siempre bajo la supervisión de la profesora.
Algunas cosas me salieron mal, de hecho tuve que ponerme los guantes 3 veces porque los había "ensuciado" producto de los nervios, pero nada grave como para arruinar algo o poner en peligro al paciente ya que a los nervios los tuve antes de que empezara la cirugía. Si bien durante la cirugía estaba nerviosa, solo fue al principio y la verdad es que me encantó estar ahí.
Tanto que al final de la cirugía la profesora nos dijo a mi compañera y a mí que lo habíamos hecho muy bien y que no nos quería ver nunca en planta. Que no dejáramos en guardia.
Felicitó a mi compañera, ahora una de mis mejores amigas, que en el quirófano es rápida como un rayo. Va y viene, corre, traer, lleva y con ella al lado nunca le falta nada a nadie. Está recibida y en le hospital la adoran. Una genia.
Y a mí por mi "tranquilidad". Aunque en realidad la procesión iba por dentro. Pero lo bueno fue que si bien estaba nerviosa, dejé los nervios de lado y me enfoqué en lo que tenía que hacer. O mejor dicho canalicé mis nervios. Y eso pasó todas las demás veces que instrumenté. Cuando más se destacaba mi tranquilidad era cuando estaban todos nerviosos, corriendo, gritando y puteando y yo estaba en mi mundo, haciendo las cosas rápido pero tranquila y sin que me perturbe lo que pasaba afuera de mi mesa (la mesa del instrumental). Y me dijo la frase que alimentó mi ego y me sirvió mucho mientras estuve en el hospital: "Me gustó mucho como trabajaste. Mientras todos estaban a las puteadas y corriendo alrededor tuyo vos estabas en tu mundo, tranquila. Y esa tranquilidad la tienen solo los que saben lo que están haciendo. Es muy raro que alguien esté así en su primer día. Tenés sangre de pato!" jajaja
Bueno, después de ese día nos ganamos un par de apodos cuando las demás chicas, instrumentadoras y camilleros de los cuales nos hicimos amigas se enteraron. Así que en el hospital ya no tenemos más nombres de persona, al menos entre la gente del quirófano. Ahora si alguien quiere ubicar a Laura tiene que preguntar por "Speedy" y si alguien desde diciembre que es cuando empiezo las prácticas de nuevo para terminar la carrera de una vez me quiere ubicar a mí va atener que preguntar por "Pato". Que si bien no me llamo Patricia como muchos piensan es el apodo que me pusieron :P
Ayer cuando fui me encontré con toda la gente que estaba cuando yo estudiaba y se siguen acordando de mí y alimentaron mi ego jaja. Tanto que Cecilia me dijo que me dejara de joder y que hiciera las prácticas que me faltaban para terminar la carrera.
Y me dijo lo siguiente: "Yo entiendo que te guste psicología y se que te va muy bien. Pero a vos te gusta la adrenalina, a vos te gusta la trinchera (así llama ella a la guardia) a vos te gusta el quilombo. Tenés que terminar las practicas. No desperdicies el potencial que tenés. Te faltan solo unos meses. Además una vez que te recibas podes trabajar y estudiar al mismo tiempo. Deja de hacer dibujitos sentada en frente de la computadora y venite al quirófano (los dibujitos que ella dice son mis diseños jajaja) que vos sabés que eso de estar ahí sentada no es para vos".
No se como voy a hacer pero acomodo mis horarios como pueda y en marzo empiezo las prácticas y doy un teórico para poder ingresar de nuevo en a cruz roja y por el mes de julio me tengo que estar recibiendo como corresponde.
Si algo me faltaba para decidirme a terminar algo que había empezado y descubrí que me encanta y tuve que dejar por cosas de la vida era lo que viví ayer.
Cuando llegué y noté que no había cambiado casi nada y me di cuenta de cuanto extrañaba el hospital y a mis compañeras y a la profesión en sí.
Es difícil a veces encontrar algo que nos guste tanto y en lo cual nos vaya bien. Y yo lo encontré.
Ya lo decidí y estoy re feliz!!!!!
Pato is back, baby!